E N S A Y O S
© La Luciérnaga Online, 2013
Un encuentro de poesía, narraciones, arte y música
LOS ARGENTINOS SON LATINOS
Néstor Fantini
Para muchos que han arribado de países al sur del Río Grande, no resulta nada
complicado definirse como latinos. Sus grandes referentes son civilizaciones
milenarias como la azteca, la inca y la maya. Pero hay algunos latinoamericanos que,
por el contrario, no quieren tener nada que ver con ser latinos y mucho menos con
cualquier tipo de asociación con civilizaciones precolombinas.

Algunos de mis compatriotas argentinos, por ejemplo, que forjaron su ideología en un
mundo cultural dominado por un discurso eurocentrista, parecería que buscan generar
la mayor distancia posible de toda simbología indígena. Un sentimiento que tiene
raíces históricas que se remontan a la etapa de formación del estado argentino y que
aquí, en Estados Unidos, sirve para justificar una confusa racionalización que el
argentino no es latino.

En la segunda parte del siglo XIX, en Argentina se debatía qué camino de organización
social se debía seguir. Juan Bautista Alberdi, el padre de la Constitución Nacional,
había propuesto traer más inmigrantes ingleses y franceses para "mejorar la especie"
y quería que se adopte el francés como idioma nacional.

Domingo Faustino Sarmiento, presidente en 1868 y uno de los grandes héroes
nacionales, fue un defensor intransigente de la europeización de Argentina. No
solamente apoyaba la inmigración del Viejo Continente sino que era partidario de la
exterminación de la población indígena. Su posición era bien clara, como lo sugiere un
discurso publicado el 25 de noviembre de 1876 en El Nacional: "Por los salvajes de
América siento una invencible repugnancia... Incapaces de progreso, su exterminio es
providencial y útil, sublime y grande. Se los debe exterminar sin ni siquiera perdonar al
pequeño..."

Estas ideas no quedaron en el marco del debate intelectual de la época sino que
fueron implementadas de manera drástica. Con la aprobación de la Ley 947, en 1878,
se estableció el marco jurídico para lo que pasaría a conocerse como la Campaña del
Desierto, un claro ejemplo de genocidio regional.

Como se reportó en el Informe Oficial de la Comisión Científica que acompañaba a los
soldados del ejército, "Era necesario conquistar real y eficazmente 15,000 leguas,
limpiarlas de indios de un modo...absoluto, ...incuestionable..."

Al final, se calcula que unos 90,000 indígenas murieron. Las políticas de exterminio
incluyeron ataques contra las tolderías cuando los guerreros indígenas no estaban
para matar a mujeres y niños; campos de concentración, como el de Valcheta,
rodeados de alambres de púa de 3 metros de altura en donde los indígenas morían
de hambre; y las marchas forzadas de hasta 1,000 kilómetros en las que se ejecutaba
a quien caía exhausto.
Alrededor de medio siglo después, con la industrialización argentina de la década de
1940 y 1950, el mismo sentimiento de los Alberdi y los Sarmientos promovió la
victimización de los migrantes de las provincias que llegaban a Buenos Aires en
busca de oportunidades económicas. Los "cabecitas negras", como eran
denominados estos provincianos, tenían piel morena, su nivel de educación formal
era limitada y, además, eran pobres. En definitiva, la antítesis del europeo tan
idealizado en la utopía de algunos. En la década de 1990 y 2000, con el aumento de
la inmigración boliviana y paraguaya, se exacerbó la intolerancia.

Son los herederos históricos de esta visión: los que insisten en defender, allí en
Argentina, el anacrónico discurso de modernización europea de Sarmiento y la pureza
racial de Alberdi; que sienten cierta aprehensión por los provincianos "cabecitas
negras"; y apoyan la repatriación forzada de bolivianos y paraguayos; son ellos los
que cuando arriban a Estados Unidos no quieren ser latinos.

Lo que no entienden es que en la compleja ecuación racial estadounidense, todos
los que vienen de países al sur del Río Grande son automáticamente latinos en la
conciencia social del ciudadano estadounidense. En vez de rechazar esta categoría
etno-cultural que incluye a una variedad de subculturas y regiones de la inmensa
América Latina, hay que aceptarla con entusiasmo porque ser latino en Estados
Unidos es ser lo mejor de México y Argentina, lo mejor de Guatemala y Uruguay. Ser
latino es ser el futuro de esta gran nación en donde ya somos más de 50 millones.
Por eso, a pesar de lo que una minoría piense, los argentinos somos latinos.
En los tiempos actuales de globalización y deuda, desempleo e ilimitado control de la sociedad por las grandes corporaciones ha surgido un movimiento de protesta contra los
abusos del nuevo orden. Todos lo llaman Movimiento “Occupy”, ya sea Wall Street o Los Ángeles, por citar algunos ejemplos. Como observador escéptico, debido a la experiencia
que personalmente experimenté, aunque aferrado todavía a un ideal de mejor distribución de riqueza, no puedo menos que sorprenderme cuando la voz de un poeta
norteamericano de Los Ángeles parece continuar con los reclamos por un mundo mejor aun cuando eso signifique atacar las bases del poder en que se encuentran sustentados
los grupos financieros que nos han llevado a la crisis actual.

El autor comentado puede alejar a los timoratos y conservadores demasiado parcializados con su propia inclinación ideológica. Quizá yo no comparta el diseño y la dedicatoria de
su libro. Tal vez me resultan controversiales algunas citas o las notas de contraportada que constituyen una paradoja, dependiendo del espejo en que se mire pues no brindan,
debo ser honesto la esperanza que espero de un soñador. Pero, me gustaría apuntar que esa combinación no impide reconocer que algunos poetas son capaces de combinar
arte con manifiesto ideológico de avanzada como ha sido el caso de muchos creadores a través de la historia.

Y es que desde los siglos en que Horacio escribió acerca de la poesía como deleite y enseñanza, se ha afincado la dicotomía que ha llevado el arte y la literatura por los caminos
de la simple deleitación por un lado y por otro aquel que pretende no únicamente influir en el lector a través de la belleza sino a la mano de un mensaje significativo que conduzca
al mejoramiento humano. La mejor obra literaria combina ambos polos de este dilema estético y por eso pienso que cada época ha de encontrar su voz en la cotidianeidad y la
cosmovisión de su entorno. Mark Lipman, un representante de la lucha por un mundo mejor en medio de la globalización que se extiende ya al siglo XXI es un ejemplo de lo
anterior, entre otras cosas gracias a la publicación de su cuadernillo de versos The Dirt of Despair, traducido por Antonieta Villamil con el título en español de Herrumbre de la
Desesperanza.

Su libro continúa su preocupación por la literatura y la evolución social. Desde artista y escritor hasta candidato al senado del estado de California, Mark parece envolverse en el
compromiso con un mundo que él sueña mejor, aunque suene un tanto anarquista lo que para muchos es una virtud y para otros simplemente refleja el punto de vista de la
destrucción del orden establecido. Personalmente, no coincido con todas sus posiciones pero admiro su pasión por buscar una vía completamente nueva para la sociedad
contemporánea. Concuerdo con él en la necesidad de reformar lo podrido e inservible que nos rodea y rescatar lo mejor de esta gran nación y de toda la humanidad. En el primer
poema que se reproduce a continuación, Lipman busca rescatar esa democracia perdida de la nación americana y también nos comenta las tragedias contemporáneas desde el
atentado terrorista hasta los conflictos del medio-oriente, la guerra y la codicia de las corporaciones adonde se malinterpreta el sentido de libertad y se ha perdido el respeto por la
preservación del medioambiente junto a la predominancia de políticos corruptos como puede ser Berlusconi para citar solo un ejemplo. No se pierde la esperanza en el futuro y por
eso al frente de la disidencia convoca con tremenda fuerza expresiva a luchar por un mañana mejor:

TERCER MANIFIESTO POPULISTA para Lawrence Ferlinghetti:
Los hijos de un nuevo Whitman despiertan
Retoman la palabra Reinventan la canción
No hay tiempo ya para dormir hasta mediodía en tu blindada habitación
Ya no hay tiempo ahora que Nueva York se desintegra bajo nuestros pies bajo el pisoteo de una nación de ovejas
mientras Kabul del mapa mientras los Palestinos siguen los pasos de los indígenas americanos
extraviados en el eco de miles de madres todos preguntándose “¿Por qué?”
Ni por la libertad por la democracia
Sino por un nuevo mundo gobernado por la filantropía

El poemario, traducido con mucha fidelidad a su original reitera su interés en un orden nuevo y por eso “Imponiendo Democracia”, la segunda composición, critica las falsedades
de la opresión gubernamental, la expansión imperialista y el “Daño colateral” que significa la matanza inmisericorde de civiles en las conflagraciones actuales. Junto a lo anterior
se denuncia el robo descarado de lo que él llama junto a sus compañeros, el noventa y nueve por ciento. Obra combativa, señala males como la utilización de mano de obra barata
que él califica como nueva forma de esclavitud que combina los elementos de la falsa democracia, por ser impuesta y no real.

El verso fluye perfectamente en la pieza mencionada previamente y no puede negarse la influencia de esa poesía de lo cotidiano que en inglés se afincó ya por décadas y que tiene
fuerte tradición en Latinoamérica. Lo conversacional y discursivo cuestiona con ironía lograda hechos tales como la denuncia de la violencia. Ejemplo de lo anterior lo podemos
leer en la estrofa adonde señala: “ Cuando dices que/Estamos en guerra,/Yo pregunto ¿Y desde/Cuando no hemos estado/Es tu versión/De la paz sin fin. Por cierto, la traducción
transpone perfectamente a la lengua cervantina el original en inglés.

En “Boicot para Arizona” el juego de imágenes precisas condena la discriminación del emigrante y por eso la sección adonde se nombra al ya infame alguacil Arpaio disparando a
la gente morena constituye un esfuerzo poético y social por ayudar al segmento menos protegido de la sociedad norteamericana que como antes otros, busca mejor vida sufriendo
el desprecio de los que de turno se consideran los únicos americanos. Quizá el final, algo panfletario no le quita mérito a esa pieza testimonial.

Recorrer el resto de los versos resulta una aventura similar a leer un poeta que como Maikovski, ese autor ruso de principios del siglo XX quien encendía sus ideas con el
renovador futurismo de su época y quien cargado de amarguras decidió suicidarse. Algo de Whitman en ese afán humanista pero matizada con un tono más siglo XXI nos mueve
por el resto de la colección. Retoma la tragedia del 9-11 en “De lo Último Que Me Acuerdo”, uno de los más logrados desde el punto de vista poético. Versos como: “La contorsión
igual a un crujido/Y el grito al caer un cuerpo/Desde el siglo 110/La explosión tornándolo a escombros/Desparramándolo sobre mi parabrisas” nos ofrecen una imagen dramática
de aquel momento.

Pero no es sólo la tragedia lo que representa este poema, sino también el amor en medio de la desgracia porque la voz poética se dirige a la amada. Veamos: “Sabiendo que este
momento en particular/ Cambiaría el curso de la historia/ Abrí la carta que enviaste /Para leer las palabras:/ Te amo”.

Lipman alcanza en estos diez poemas, suerte de número mágico, muchos elementos consustanciales al acontecer de nuestra época, especialmente aquellos referidos a la
avaricia corporativa. Así en el poema “Come A Gula Tu Oro” señala que “Una locomotora fuera de control./ Armagedón llega de inmediato/ para la era del cómputo.” Otras veces
continúa esa semántica actual con Bonos de basura Comida de basura Vida de basura para referirse a “La matriz está muerta” que es Estados Unidos, el país calificado a su vez
como “Tierra de basurero.”

Los últimos versos se agrupan en “Por lo que ha de venir” que mezcla el tema de la amistad con la desesperanza. Así también el poema “El Gobierno No Me Deja” sobre el
totalitarismo implica el control del estado como Gran Hermano que muchos conocemos por haber vivido en otra versión de un sistema que convierte al ciudadano en sirviente.
Junto a lo anterior “Herrumbre De La Desesperanza” que da título al poemario continúa la línea semántica de enfrentamiento al status quo y complementa la línea estética e
ideológica del libro aunque no es, en mi opinión la mejor de las composiciones.

Para finalizar pienso que este tipo de manifiesto artístico no puede desparecer a pesar de que algunos cuestionen los fundamentos expresivos y la visión del mundo que rechaza
el nuevo orden que se pretende imponer a las masas. Mark Lipman no sólo protesta frente a la sociedad en que vive y lucha por cambiar. En la última composición INVIERNO YA
CERCA el álgido recorrido que exhala muchas veces pesimismo frente al mundo caótico y destructivo tal como él lo describe hay unos versos que conminan a seguir buscando el
mejoramiento humano y por eso la conjunción de todos sus objetivos se cristalizan en ideas que comparto totalmente y que ameritan leerlo:

……………………………………………
Esta puede ser la ocasión final
Y mientras cruzamos el declive
No dejes que nos roben
Los últimos remanentes de esperanza.
No, no dejes que nos roben
Los últimos remanentes de esperanza.
El GRITO DE PROTESTA EN THE DIRT OF DESPAIR (Herrumbre de La Desesperanza) de Mark Lipman
Julio Benítez